viernes, 7 de septiembre de 2012
Mujeres y migración internacional: crisis humanitaria
por Carmen R. Ponce Meléndez*
Viernes, 07 de Septiembre de 2012
Situación por demás evidente en el tema de migración internacional, en especial las mujeres pobres, una crisis humanitaria para México y para todos los países involucrados en esta diáspora forzada.
Se ha presentado el último informe de la administración calderonista: una suma de omisiones, saldos socioeconómicos negativos en salud, educación, empleo y salarios. Con impunidad y violencia a raudales para las mujeres porque para los neoliberales el mejor Estado es el que no existe.
Situación por demás evidente en el tema de migración internacional, en especial las mujeres pobres, una crisis humanitaria para México y para todos los países involucrados en esta diáspora forzada.
Retomando a Mauricio Farah: “Las autoridades a simular… las y los migrantes a morir”. Una síntesis muy clara de la política migratoria del país.
Son 25 mil cuerpos sin identificar, hay que identificarlos uno a uno para regresarlos a sus familias, 2 de cada 10 cuerpos exhumados son de mujeres.
Son afirmaciones de la antropóloga Mercedes Doretti, del Equipo Argentino de Antropología Forense, durante su participación en el panel “Mujeres en migración”, coordinado por Ana Luisa Ligouri y organizado por El Colegio de México, ONU Mujeres, el Instituto para las Mujeres en Migración, y la Fundación Ford para México y Centroamérica.
Los testimonios expresados en este panel son contundentes, también la propuesta de la cineasta nicaragüense Marcela Zamora: que cada quien haga lo que sabe hacer para contribuir a resolver este gravísimo problema humanitario… pero hay responsables.
Las migrantes en su tránsito y destino están en “tierra de nadie”, sin derechos, inermes ante “la bestia de la criminalidad” de la que habla María Teresa Priego (“María en tierra de nadie”, El Universal, 1 de septiembre de 2012).
En opinión del doctor Jorge Bustamante, especialista en el tema, el gobierno, al culpar exclusivamente al crimen organizado (sin hacer nada al respecto), sólo ha servido para encubrir y solapar los crímenes cometidos contra este grupo por la policía del país en los tres niveles de gobierno.
Sobre todo otorga impunidad a la enorme responsabilidad que tiene el Instituto Nacional de Migración y sus funcionarios corruptos y criminales, que forman parte fundamental de todo este proceso criminal de secuestros, violaciones, muerte y violencia.
En el periodo de la panista Cecilia Romero se descubrió la matanza de migrantes en San Fernando, Tamaulipas, y no obstante fue premiada con un cargo en su partido político.
Desde antes de 2007 el sacerdote Alejandro Solalinde denunció los secuestros, fueron 9 mil 758 migrantes (2009). Posteriormente en 2010 un informe especial de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) documentó 11 mil 333 secuestros. ¿Cuántas migrantes llegan a su destino y qué les espera?
Son invisibles, pero su trabajo crea infraestructura y riqueza, dice la socióloga Saskia Sassen, al referirse a las trabajadoras domésticas latinas en Estados Unidos, madres transnacionales en hogares anglosajones. Salen de sus países porque buscan empleo para salir de la pobreza extrema en la que viven.
La vida NO DEBERÍA estar en otra parte, con políticas que generaran empleos dignos, parafraseando el título del libro “La vida está en otra parte” de Mauricio Farah G., ex funcionario de la CNDH, en el que se documenta ampliamente la complicidad y desprotección del Estado hacia las migrantes mexicanas o de cualquier otra nacionalidad.
Las han convertido en pingües negocios para el crimen organizado; en seis meses generaron 25 mil millones de dólares. Sin contar con el gran “negocio” que ha representado para el país de destino contar con esa enorme reserva de mano de obra.
Pero las condiciones migratorias se han recrudecido por varios factores. La gran depresión de Estados Unidos limita los empleos, agudiza la xenofobia y el racismo. Situación muy explicitada en el panel por Elvira Arellano, trabajadora mexicana indocumentada y criminalizada; pasaron de indocumentadas a ilegales, incluso sospechosas de terrorismo.
Se les ha vinculado con el crimen organizado y la trata de personas. La política se orienta a que los pocos empleos son para las y los anglosajones y no importa que se separe a las familias, son las deportaciones que en la administración de Barack Obama han alcanzado cifras récord.
Michelle Brané, directora del Programa de Detención y Asilo de la Comisión para Mujeres Refugiadas, advirtió sobre el endurecimiento de la política migratoria de Estados Unidos. Política que los republicanos se han encargado de ratificar en su reciente Convención de Tampa, Florida, sepultando toda esperanza de una reforma migratoria por lo menos en lo que a ellos concierne.
En los países de origen de estas mujeres –incluyendo México–, también es muy sombrío el panorama económico, por eso siguen emigrando y aunque es cierto que no cuentan con información suficiente sobre los peligros que corren, igual seguirán tratando de llegar al norte.
Al reforzar la vigilancia y militarizarse la frontera norte se provocó que se cambiara la ruta de migración hacia lugares más peligrosos como Arizona, por las condiciones físicas del lugar, la falta de vigilancia y las fuertes condiciones políticas antiinmigrantes de ese estado.
A partir de que existe la muralla fronteriza mueren de una a dos personas por día; los desiertos de Sonora y Arizona se han convertido en cementerios de migrantes. Más que frenar la migración, esta política ha provocado más muertes y sufrimientos a estas mujeres.
Por su parte, en la frontera sur del país permea la corrupción gubernamental y el crimen organizado medra como “Juan por su casa”. Desde noviembre de 2011 está pendiente la publicación del Reglamento de la Ley de Migración; necesita unos buenos dientes.
También es absurdo que Estados Unidos, como país receptor, viole impunemente los derechos laborales y humanos de sus trabajadoras migrantes indocumentadas, y sólo se quede con los beneficios que generan a su proceso de acumulación de riqueza.
En su libro, Farah afirma que “la migración indocumentada hacia Estados Unidos, sobre todo la de mexicanas y centroamericanas, tiene fundamentalmente causas económicas y sociales… su gestión integral debe tener principalmente esta orientación y ser parte de la agenda económica y social”.
Propone “crear una fiscalía del migrante, que concentre la investigación de delitos cometidos contra este grupo… que la criminalidad antimigrante sea un punto relevante en la agenda del Consejo Nacional de Seguridad Pública”.
La lectura de este libro confirma que en cualesquier agenda o política migratoria que se instrumente deben reconocerse las especificidades de la migración femenina, que son muchas.
Aspecto que quedó clarísimo en el panel “Mujeres en migración” y directamente fue abordado por Ana Güezmes, directora regional de ONU Mujeres para México, Centroamérica, Cuba y República Dominicana. No hay informe de gobierno que pueda justificar esta catástrofe humanitaria.
http://www.kaosenlared.net/america-latina
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